Ley de Pesca: argumentos y distorsiones

Ley de Pesca: argumentos y distorsiones

Se planteó por ejemplo que se está entregando “un regalo” al sector industrial de US$ 48.000 millones (calculando 40 años) a cambio de nada. Sin embargo, a través de ley se entrega una autorización para pescar; un pedazo de papel.

Con esta autorización, las empresas aportan su propio capital, su tecnología y capacidades, el esfuerzo de sus ejecutivos y sus miles de trabajadores, asumen todo el riesgo y transforman ese pedazo de papel en los millones que mencionan alguno, pero no para su exclusivo beneficio, porque estas cifras son las ventas brutas, de las cuales un porcentaje (4,4% en los últimos años) podrían convertirse en utilidades.

Las empresas chilenas hace más de 60 años optaron por arriesgarse y crear el sector pesquero nacional, recurriendo a capitales propios o a créditos, invirtiendo en tecnología y en capacidad de gestión, creando empleos, abriendo mercados y contribuyendo a las economías regionales.

Esas empresas, que tienen un permiso desde que iniciaron sus actividades, transforman esa autorización en plantas, embarcaciones y en los sueldos de los 45.000 trabajadores directos que sostiene. Además de los pagos a cientos de grandes empresas y Pymes proveedoras de servicios y productos, y a través del pago de impuestos locales (patentes comerciales, contribuciones, concesiones y otros), a través de acciones de RSE. Por esta vía se generan otros 90.000 empleos en diez regiones de nuestro país.

La pesca es fundamental para las economías de localidades importantes y estratégicas del país como Arica, Iquique, Antofagasta, Caldera, Coquimbo, Talcahuano, Puerto Montt, Puerto Aysén y Punta Arenas. 
Esto es de la esencia de las empresas, transformar un permiso de papel, una autorización para emprender, llena de riesgos, incertidumbres y problemas en actividad productiva, dinero y empleos para las economías locales.