Editorial: Preservación de recursos
La postura de Chile va avalada por un gesto conservacionista nunca antes visto en la historia de nuestra administración pesquera: La reducción voluntaria de un 76% en la cuota global de jurel. Esta carta de presentación es la que Cancillería presentará ante las demás potencias pesqueras, buscando que el pleno de este foro que reúne a una veintena de países apruebe una modificación a las Medidas Interinas que hoy rigen en el Pacífico Sur, y que sólo limitan el tamaño de la flota internacional, sin colocar restricciones a su operación.
Por desgracia, la posición de nuestro país tiene tejado de vidrio. Ha trascendido que ante la propuesta de fijar una cuota global, algunos actores rechazarán la moción acusando que Chile lleva más de una década permitiendo la pesca de jurel bajo talla mínima legal en las regiones de Arica-Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, en volúmenes que superan hasta en 50 veces lo necesario para realizar una investigación. El uso de esta figura legal con fines comerciales no resiste análisis y podría determinar el fracaso de la estrategia de Cancillería.
En efecto, la captura de jurel juvenil, vale decir bajo 26 centímetros -llegando incluso a los 16 cm-, tiene un fuerte impacto sobre la tasa de reproducción de la especie y sobre el número de individuos que logra llegar a adultos. Por algo el Comité Técnico del Jurel, a mediados de 2010, recomendó que la talla mínima se subiera, acercándose lo más posible al umbral de los 30 cm. Pese a lo anterior, contra todo pronóstico el Ejecutivo ha ordenado bajar la talla mínima a los 22 cm y aumentar de un 10 a un 15% el volumen que la industria de la zona norte puede capturar vía pesca de investigación.
Es en este punto donde cabe que la opinión pública se pregunte por la consecuencia entre el discurso y la acción, habida cuenta que lo que está en juego es el destino del principal recurso pesquero del país y una de las bases del empleo en la Región del Bio Bio. Cabe que la opinión pública se pregunte qué creen al respecto las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) ambientalistas que en los últimos años han tenido en el mar un leit motiv para sus campañas de conservación; más cuando la comunidad científica ya ha puesto una luz roja sobre la captura bajo talla de jurel.