Científicos desarrollan producción de alga con alta demanda en Asia

Científicos desarrollan producción de alga con alta demanda en Asia

Matías Rovano Bustos.

COQUIMBO.- Es de una textura crujiente, de un sabor más suave que el cochayuyo y con un alto contenido de vitaminas, yodo y antioxidante. Por eso, la “chicoria de mar” (Chondracanthus chamissoi) es un alga altamente valorada en la gastronomía asiática -fundamentalmente en Corea y Japón- donde se utiliza para sopas, ensaladas, aliños y varias otras preparaciones.

De acuerdo con lo publicado por El Mercurio, Chile y Perú son los únicos lugares donde crece esta alga. Y en el territorio nacional se concentra gran parte de las praderas naturales donde vive esta especie, caracterizada por tener un color vinoso y ser muy ramificada, al igual que la hortaliza de tierra. Desde hace unos diez años que pescadores artesanales de Atacama, Coquimbo, Biobío y Los Lagos recogen el alga desde el mar y la comercializan al extranjero.

Su alto valor en el mercado -fluctúa entre los US$ 10/kg y US$ 20/kg- incrementó su recolección, pero rápidamente fue sobreexplotada. De hecho, hacia el año 2000 se exportaban unas 20.000 toneladas, mientras que en 2005 la cifra bajó a escasos 1.500 kilos.

“El problema es que en algunos casos las poblaciones naturales se encuentran sobreexplotadas. No hay una biomasa durante todo el año para comprometer nuevos envíos al extranjero. El alga se produce en forma estacional, eso quiere decir que hay mayor cantidad en los meses de primavera”, explica el doctor Cristian Bulboa, director de Ingeniería en Acuicultura de la U. Andrés Bello.

El investigador trabaja junto al doctor Juan Macchiavello y Cristian Sepúlveda de la U. Católica del Norte, en un proyecto para desarrollar en forma sustentable esta alga y generar la tecnología y procedimientos para que las propias empresas o pescadores puedan cultivar la “chicoria de mar”.

Especie de laboratorio

A la falta de oferta permanente se suma otro problema: en los bancos naturales no crece un producto uniforme, porque se mezclan ejemplares jóvenes, viejos, reproductivos y de distinto tamaño y color. Lo que aproblemaba a los compradores, quienes en general quieren que sean “pequeñas, muy ramificadas, delgadas y que conserven la coloración natural”, precisó Bulboa a El Mercurio.

Por ello, una de las líneas desarrolladas por el grupo de expertos es ejecutar el ciclo de crecimiento en laboratorio, manipulando los ejemplares reproductores.

Para esto, los investigadores toman un ejemplar que cumple con las necesidades del mercado y con sus semillas cosechan nuevas algas.

“A partir de los cultivos podemos alcanzar a tener algas durante todo el año o por lo menos una gran cantidad durante un periodo y luego almacenar. Además, podemos obtenerlas de características que sean relativamente similares”, dice Macchiavello.

Pero los científicos recibieron $205 millones para estudiar otra característica de la “chicoria de mar”, relacionada con su capacidad para crecer sobre distintos sustratos, entre ellos conchas, cuerdas o redes de pesca.

“Utilizamos una propiedad del alga: dejas una ramita y el alga se pega a través de unas ventosas que se llaman discos de fijación secundario. Así tienen la capacidad para generar una planta nueva, (…) puede ser un trabajo en hatchery (laboratorio) y luego se llevan al mar para su engorda. Es muy interesante tanto para el cultivo como para el repoblamiento y la recuperación de la especie”, dijo Bulboa.

El grupo de investigadores tiene un ambicioso programa, pues su idea es generar la tecnología de cultivo tanto en laboratorio como en el mar y transferirlo luego a las empresas o pescadores.

Ello, hacia fines de 2012, cuando termina uno de sus proyectos. Así, en las universidades se podrían desarrollar las semillas y luego traspasar todo el paquete tecnológico para que sean los privados quienes se dediquen el cultivo controlado de la chicoria.