by Paulo | 11 mayo 2015 12:59 pm
Por Hugo Traslaviña
No obstante que el año pasado el sector tuvo un fuerte crecimiento de 18,6%, esta cifra se explica por dos factores clave: un repunte de la caída de 16% que había registrado en 2013 y la creciente importancia que han adquirido los cultivos acuícolas, sobre todo de salmón y trucha, turbot y algunos moluscos como ostión, abalones, ostras y choritos.
Esto último ha permitido que el sector pesca y acuicultura mantenga una participación del 0,4% en el Producto Interno Bruto (PIB) del país y dé empleo a unas 150.000 personas, la mitad de las cuales son pescadores artesanales. En volumen, los desembarques en el país han estado bajando paulatinamente, desde el récord histórico de 8 millones de toneladas en 1994, a alrededor de 3 millones de toneladas en la actualidad. Esta baja ha sido compensada en parte por el alza en los precios de los volúmenes capturados.
Ya pasaron los tiempos en que tirar el anzuelo o una red al mar era una actividad prodigiosa, rentable y de bajos costos, que daba vida a los puertos y caletas del país, como también a grandes flotas de buques factorías. Hoy esta tarea es cada vez más compleja y onerosa.
Para el presidente de la Comisión de Pesca de la Cámara, diputado Cristián Campos Jara (PPD), “el sector pesquero chileno vive una crisis profunda, que no sólo se observa en las distintas pesquerías que están en extinción, sino también en el plano social, donde la baja de las cuotas de captura trae de la mano cesantía, falta de oportunidades e incertidumbre”.
Especies agotadas
Un informe reciente elaborado por la Subsecretaría de Pesca da cuenta de que las especies agotadas y/o colapsadas en los mares chilenos son la anchoveta en la zona centro-sur del país, el congrio dorado, la merluza común y la sardina española. Mientras tanto, en la categoría de sobreexplotación (y por lo tanto amenazadas) están la anchoveta de la zona norte, el jurel, la merluza del sur y la merluza de tres aletas.
“Conforme a la información actualizada y el marco de referencia establecido, el recurso anchoveta, entre la V y la X Región, se encuentra en situación de colapso o agotamiento”, señala en parte el informe de la Subsecretaría de Pesca (ver gráfico).
A su vez, entre las especies sometidas a un riguroso control de cuotas se cuentan el camarón nailon, el langostino amarillo y colorado, y la sardina común. De los recursos pesqueros más conocidos en el país, sólo la jibia y la reineta gozan todavía de libre explotación.
Por otra parte, entre las especies sometidas a vedas temporales, de carácter biológicas, se cuentan la centolla, el erizo, el loco, la langosta de Juan Fernández, las algas pardas y el pulpo del norte.
Los analistas del sector estiman que poco y nada podría cambiar este panorama, si los propios actores de esta industria no dan un giro hacia la sustentabilidad.
La nueva Ley de Pesca y Acuicultura (N° 20.657), promulgada en enero de 2013, continúa en rodaje, mientras los productores del sector, industriales y artesanales, siguen aferrados a la competencia tradicional, como en los mejores tiempos de abundancia. Además, no pocas veces se enfrentan por acceder a los recursos, entre ellos mismos y con las flotas pesqueras de países muy lejanos, como China y Corea, que llegan hasta el borde mismo de las 200 millas del mar patrimonial chileno, para arrebatar parte de la riqueza pelágica.
Predadores e ilegales
Francisco Orrego Bauzá, presidente de la Sociedad Nacional de Pesca (Sonapesca, gremio que agrupa a los industriales del sector), afirma que esta industria es muy heterogénea y que cada pesquería tiene su explicación.
“En el caso del jurel, la baja se debió a la operación de una flota extranjera que operó al borde de las 200 millas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y capturó 500 mil toneladas de este recurso, por varios años”, explica.
Agrega que en el caso de la merluza gayi “influyó la irrupción de la jibia, un predador voraz, que comió 250 mil toneladas anuales de merluza, mientras la cuota era de 100 mil toneladas”. Sostuvo que esto provocó un colapso de la pesquería formal, a lo cual se sumó “el flagelo de la pesca ilegal en las regiones VI y VII, que no permiten su recuperación”.
Por otra parte, dice que la merluza austral, el congrio dorado y el bacalao, en la zona sur, también han estado sometidos a una fuerte pesca ilegal.
“Existen diversas estimaciones que dan cuenta de que la pesca ilegal sería del orden de 5 a 12 veces la cuota autorizada al sector artesanal y mientras esto se mantenga, no hay ninguna posibilidad de recuperación de las pesquerías y más bien se corre el riesgo de un mayor deterioro”, sostiene Orrego.
Otra de las guerras recientes se está dando por la jibia, la que por razones de selección natural se ha multiplicado en aguas chilenas, agravando la supervivencia de los recursos tradicionales. Su abundancia ha llevado a una competencia global, involucrando a pescadores nacionales y extranjeros.
El presidente de Sonapesca explica que la jibia se había convertido en un recurso alternativo relevante en la zona centro sur, para contrarrestar la disminución de otras especies, pero advierte que ahora “se ha visto afectada por una importante baja de precios internacionales, lo que perjudica a la pesca industrial y artesanal”. Añade que en Chile la jibia tiene una cuota de captura de 200 mil toneladas anuales, cifra que corresponde en 80% al sector artesanal y sólo el 20% al sector industrial. “Esta es una sola especie que habita en el Océano Pacífico y se extiende desde México hasta Chile, siendo su área de mayor abundancia y presencia permanente la zona tropical frente a Perú y Ecuador, distribuyéndose bastante más allá de las 200 millas de la ZEE”.
Agrega que los principales actores en la pesca de jibia son, por lejos, Perú y China y otros países asiáticos, los cuales representan aproximadamente el 85% de las capturas totales y no tienen cuotas, por tanto pueden pescar sin restricciones.
Según el dirigente gremial, “la situación descrita hace que en nuestro país la mayor parte de la capacidad instalada esté paralizada, mientras que la flota de Perú y la de barcos factorías chinos, siguen pescando sin restricción la misma jibia del Océano Pacífico, surtiendo a nuestros propios clientes”. Por ello, añade, “pensamos que esta es una situación que debe ser reevaluada”.
Tareas pendientes
¿Cómo enfrentar la disminución de los recursos y los problemas de regulación de la industria y, por otro, las consecuencias inevitables en los productores locales y sobre todo en los pescadores artesanales?, es una de las preguntas que se hace el diputado Campos y hasta ahora —dice—no ha habido una respuesta satisfactoria.
Por lo pronto, explica que en la Comisión de Pesca de la Cámara han estado barajando algunas propuestas y que simultáneamente desde el Gobierno pretenden buscar soluciones de fondo, a partir de un estudio que hace poco fue encargado a la FAO, la entidad especializada de Naciones Unidas en agricultura y alimentación. De paso advierte que será necesario incorporar a este análisis y discusión a todos los actores del sector, es decir, a los representantes de la industria y de la pesca artesanal, “porque de lo contrario le restará validez a las conclusiones”.
Respecto de la actual normativa legal (Ley 20.657), Francisco Orrego sostiene que aunque “es completa y compleja”, aún es nueva y debe seguir trabajándose para su completa aplicación. Subraya que esta ley “aplica los mejores estándares de la pesca moderna, pero aún estamos en medio de su proceso de instalación, por lo que por el momento corresponde seguir trabajando para lograr su pleno funcionamiento”.
Dice que en Sonapesca valoran mucho el capítulo de la sustentabilidad, porque contiene aspectos para privilegiar el enfoque ecosistémico, así como estímulos para realizar más y mejor investigación y la creación de comités especializados, “con autonomía para realizar recomendaciones científicas”.
“Estimamos que conceptualmente cada uno de estos aspectos es correcto, pero creemos firmemente que debemos actuar unidos como sector, para poder terminar de instalar todos estos mecanismos, hacerlos funcionar adecuadamente y luego evaluar y seguir perfeccionándolos, si fuera necesario, de acuerdo con los más altos estándares internacionales”, afirma el dirigente gremial.
El enfoque de sustentabilidad que pretende instalar la Ley 20.657, es lo que a juicio de los especialistas del sector le faltó a las leyes que antecedieron, que finalmente llevaron a la sobre explotación de los recursos.
Imprevisión
“En los últimos 20 años, hubo poca visión y una mala administración de los recursos”, expresa por su parte el diputado Cristián Campos, añadiendo que “al parecer se estimó que los recursos marinos y las distintas pesquerías serían inagotables”. Por lo tanto, en este contexto “nadie previó la crisis que hoy enfrentamos”.
Según este legislador, “hoy estamos sintiendo los embates más crudos de la crisis, en distintos ámbitos”. Por ejemplo, “hoy vemos que hay tripulantes de embarcaciones industriales que vivieron momentos gloriosos y que hoy ven amenazada su fuente laboral; vemos cómo las pequeñas plantas han ido desapareciendo y cómo los pescadores artesanales se les hace más difícil capturar sus cuotas”.
En su opinión, estos últimos han sufrido la discriminación del Estado y aunque algo pudieron resolver y rescatar para ellos con la actual ley de pesca, si la industria como un todo enfrenta una severa crisis de costos, derivada de la sostenida baja de los recursos, “con mayor razón los artesanales y las pymes del sector viven un presente precario y un futuro de incertidumbre, del cual nos debemos hacer cargo como autoridades y como país”.
Source URL: https://www.sonapesca.cl/agotamiento-de-recursos-pone-en-jaque-a-la-industria-pesquera-chilena/
Copyright ©2025 Sonapesca unless otherwise noted.